martes, 18 de agosto de 2009

¡Somos la resurrección de aquel que nos amó!

Me impacta pensar en que el evangelio se convierte en algo personal, que todo eso que hemos escuchado toda la vida se presenta ahora como eso que sólo puede ser tangible a partir de nuestra propia vida.

Cuando pensamos que adoramos a Dios en cada acción y en cada pensamiento y en cada decisión comenzamos a hacer del evangelio algo tangible, algo visible, algo evidente.

Es como cando aquella vez, hace mucho tiempo, el Maestro les decía a sus discípulos Ahora vayan y hagan evidente estas buenas noticias. Siempre he imaginado esa escena a un Jesús que sabía de lo que hablaba, de que el objetivo de todo es mirar a nuestro rededor y ver a aquellos que se parecen a Él, a ser los que le siguen en el camino y que lo hacen notar. Jesús sonreia cuando se los pidió.

Ahora estamos viviendo en una nueva época, donde a pesar de tantas cosas, Jesús está entre nosotros. Él murió, resucitó y se fue presencialmente, y nos dejó al que nos impulsa y lleva a ser como Él. Nos hemos convertido en su resurrección, nos hemos visto al espejo y lo que vimos fue su imagen.

Permitamos que así sea no sólo hoy. Permitamos que su resurrección sea nuestra vida. Permitamos que nuestra cara le refleje a Él con nuestra sonrisa, nuestras lágrimas y nuestra voz…

¡Somos la resurrección de aquel que nos amó!

2 comentarios:

  1. Si cada uno de nosotros caminamos sabiendo que somos la resurección de Jesús, que el mundo se cuide por que lo vamos a transtornar!!!

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  2. yeaaah! que se cuiden!
    por cierto, quién es el señor o señorita anónimo de ahí arriba? jejeje

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